El arte está definido según la Real Academia Española como la “Capacidad o habilidad para hacer algo” sin embargo “saber hacer” en la danza sólo es el primer paso.
La danza ha acompañado el hombre desde el principio de los tiempos. En sus inicios se utilizaba de forma ritual o para ejecutar acciones como la caza en las comunidades primitivas, y es que aunque existe un trabajo personal en la danza, la sensación de conexión con un grupo de personas en cualquier escenario, ya sea un teatro o un salón de clase, es inigualable.
La materia prima de la danza es el cuerpo, pero el motor es el alma, la danza se convierte con el tiempo en el lenguaje del bailarín, a tal punto que llega un instante en el que hablar sobra y todo cuanto se quiere decir se expresa con movimiento.
Y es que aprender a hablar con el cuerpo no es tarea fácil, mucha gente suele pensar que bailar es simplemente moverse en el espacio, pero cada bailarín sin importar la técnica o técnicas que practique, sabe que la precisión, la intensión, la pasión, el sacrificio y la entrega son sólo algunos de los valores que debe tener cada movimiento que se realice.
Cuando Martha Graham dijo que “la danza es el lenguaje secreto del alma”, no sólo descifró que el poder de la danza está en los sentimientos que le produce al bailarín, sino que abrió la danza a cualquier persona con alma, que desee expresar “algo” lo que sea, lo que quiera y lo que le nazca, por medio de un lenguaje diferente, por medio de un sin número de movimientos que serán arte desde el instante en que el cuerpo se disponga a danzar.
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